La obra es una sucesión de figuras que van transformándose paulatinamente, sobre una retícula que evoluciona igualmente. Escher juega con la relación entre el fondo y las figuras, alternando el orden de los planos. A veces la retícula se interrumpe para dar paso a una escena naturalista.
Las figuras se enlazan en sus versiones en positivo y negativo. Pasan de una representación plana a un aspecto tridimensional con claroscuro.
Retícula, positivo y negativo, ambigüedad entre las formas y el fondo, continuidad, gradación, epanadiplosis (finalizar la secuencia del mismo modo que empezó)... los recursos visuales que Escher pone en juego son muy amplios y eficaces. Aliados con la sorpresa y con el reto permanente a la lógica de la representaciones, expresan la personalidad del autor. Una voz propia.
[ Instalación de Metamorphosis III en el Museo de Escher: vídeo ]
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